Calentamos la leche hasta que alcance una temperatura de unos 45°, lo ideal es tener un termómetro de cocina, pero sino podremos saber que ha alcanzado esa temperatura introduciendo el dedo (obviamente nos tenemos que lavar muy bien las manos) y si aguantamos el calor está listo, es un poco rudimentario y quizás no excesivamente fiable, pero a mí me a ido bastante bien. Si nos hemos pasado de calor basta con dejar templar un poco. Es importante que la temperatura no llegue a los 50°

Mi termo venía con una bolsita para ayudar a mantener el calor y trasportar, metí el termo en esa bolsita y está a su vez en otra similar, puede ser cualquier otra térmica de las de súper (eso sí son de plástico así que procura guardarla para reutilizarla lo máximo posible, se trata de generar menos residuos al fin y al cabo) o la típica que llevamos a la playa con los tuppers y el agua.