Se empieza cociendo dos huevos.
Mientras, se pelan las alcachofas mientras se prepara un cuenco con agua fría y unas ramitas de perejil.
Yo uso guantes para evitar que se me ennegrezcan las manos. Las hojas exteriores más duras y verdes de la alcachofa deben cortarse con un cuchillo.

Las vamos sacando hasta que veamos que ya son tiernas y de color amarillo, cortamos un poco el tallo, y acabamos de pelar el resto de la base. Cortamos la punta de la alcachofa, prácticamente la mitad, que es la parte más dura, y la otra mitad la partimos en dos a lo largo.

Se cortan las alcachofas en tiras y se colocan en el bol con el agua y el perejil después de hacerles una pequeña incisión con la punta del cuchillo para quitarles la pelusilla del centro, que puede resultar desagradable de comer. Para evitar la oxidación, la alcachofa se suele poner en agua con limón, pero el limón siempre añade un toque de acidez al sabor. El perejil no tiene sabor cuando se añade, y como tiene un alto contenido en vitamina C, también ayuda a prevenir la oxidación.

A medida que vayamos añadiendo trozos, los hundimos profundamente para asegurar su completa inmersión en el agua.
Ya tenemos las ocho alcachofas peladas y troceadas

Calentar agua en una olla. En otra sartén u olla se rehoga la cebolla con un poco de aceite de oliva suave, una vez pelada y cortada en juliana. Añadir la patata, también pelada y cortada en rodajas, y las alcachofas escurridas de agua, una vez la cebolla esté transparente.

Sacar las ramitas de perejil e introducirlas en la cazuela. Después de remover la mezcla durante cinco minutos y añadir sal y pimienta negra recién molida al gusto, vierta suficiente agua hirviendo para cubrir completamente las verduras. Tapar y dejar hervir 15 minutos.

Añada la leche evaporada pasados 15 minutos. Dejar que siga hirviendo cinco minutos más antes de batirla y pasarla por un colador para obtener esta crema suave. Si es necesario, rectifica de sal, y luego déjala enfriar totalmente. Nosotros preferimos comerla fría de la nevera al día siguiente. Sirva esta deliciosa crema acompañada de unas virutas de jamón y huevo troceado.

Pon las virutas de jamón en una hoja de papel de cocina, dóblala y haz un poco de presión, y luego métela en el microondas durante 30 segundos para que las virutas queden crujientes. Se puede calentar 30 segundos más en el microondas si se quiere aún más crujiente.

¡Y a disfrutar de este delicioso plato!