Preparar y pesar los ingredientes, moler las avellanas. En el bol de la amasadora y si no tenéis amasadora en un bol grande, poner la mitad de los dos tipos de harina y las avellanas molidas.

Agregar el azúcar moreno y el azúcar blanquilla y mezclar. Echar la leche, el aceite y el vino dulce.

A continuación, poner las yemas de los dos huevos. Reservar las claras. Con la amasadora o manualmente amasar los ingredientes.

Agregar las claras a punto de nieve, mezclar con una espátula con movimientos envolventes.

Una vez estén integradas, ir añadiendo a partes iguales harina de maíz y harina de arroz y amasando (se debe añadir harina hasta que la masa se pueda trabajar con las manos)

Una vez se pueda manejar con las manos, poner un poco de harina de arroz en la encimera y echar la masa encima. Untarse las manos con un poco de aceite y trabajar la masa, si es necesario poner un poco más de las harinas, hacer la prueba de hacer un rosco y si se puede ya está lista. Envolver la masa en un paño de cocina y dejar reposar una hora.

Una vez haya reposado, estirar la masa en la encimera con el rodillo de cocina ( si se engancha, poner un poco más de harina). Con un corta-pastas pequeño cortar rosquillas y hacer un orificio en el centro con la parte trasera de un cuchillo.

Poner papel de hornear en una bandeja para horno. Colocar las rosquillas y hornear 10 minutos a 180º. Mezclar en un bol una cucharada de agua con una de azúcar. Abrir el horno y pintar las rosquillas con el agua azucarada.

Espolvorearlas con azúcar glasé y hornear cinco minutos más. Apagar el horno, sacar la bandeja y dejar enfriar unos minutos.

Ponerlas en una bandeja de presentación una vez estén frías y si no se van a consumir enseguida, dejar que estén completamente frías y guardarlas en una caja hermética.