Medimos y preparamos todos los ingredientes antes de comenzar a cocinar.

Se puede utilizar una budinera para su cocción pero personalmente me gusta hacerlo como la Abuela, en una tortera de aproximadamente 22-23 cms., queda más bajo y más embebido en el caramelo. Entonces en la tortera ponemos el azúcar para el caramelo y lo llevamos a fuego muy bajo para que se vaya derritiendo. Lo vamos moviendo para que esto sea parejo y cuidando que no se queme.

Ponemos a fuego bajo la leche y el azúcar hasta que comience a hervir

En un recipiente chico mezclamos las yemas con un chorrito de leche fría. Por otro lado batimos las claras a nieve. Reservamos.

Al hervir la leche agregamos en forma de lluvia, lentamente, la harina de maíz, revolviendo con cuchara de madera para que no haga grumos. Revolvemos hasta que espese. Cuando al pasar la cuchara por el fondo de la olla empieza a marcar un surco, retiramos del fuego.

Agregamos las yemas disueltas en leche y la vainilla y revolvemos rápidamente hasta que estén bien integradas. (Lo hacemos rápido para que al irse cocinando las yemas con el calor de la preparación no nos queden pedacitos de huevo cocido que luego son desagradables al comerlos)

Cuando las yemas quedaron bien integradas, agregamos las claras a nieve en dos veces. Siempre en forma envolvente para que no pierdan el aire y nos quede esponjoso el budín.

Colocamos la preparación en nuestro molde caramelizado. Lo llevamos a un horno de 180°C, a Baño María sin tapar, por aproximadamente 50 minutos o hasta que al introducir un cuchillo este salga limpio. Se va a dorar, formando una costrita que al desmoldar quedará abajo y es parte del gusto característico del budín de la Abuela.