Estos níscalos o robellones (cómo se llaman en diferentes partes) tan propios de otoño, tienen un particular color anaranjado o medio rojizo y son muy apreciados por su sabor único que combina a la perfección con infinidad de ingredientes. Si tienes la oportunidad de recogerlos en el bosque, será indispensable que retires las ramas y las hojas que pueden cubrirlos, córtalos por el tronco y sacúdelos ligeramente para que queden más limpios, de esta forma contribuirás a que caigan las esporas y puedan así crecer nuevos níscalos. Trasládalos en una cesta para que no traspiren y lleguen en perfecto estado. Los níscalos son fáciles de preparar, se pueden cocinar directamente enteros o troceados, para igualar el tamaño de sus piezas y asegurar una cocción uniforme. Son ideales para un excelente acompañamiento con cualquier comida.