En primer lugar hervimos las espinacas en agua con sal, yo he usado las congeladas que vienen ya cortadas. Luego picamos los ajos muy bien y los doramos en aceite de oliva, inmediatamente añadimos las espinacas y las rehogamos como se ve en la imagen. Podemos ponerle media pastilla de caldo de verduras para potenciar el sabor, es opcional.

A continuación, a fuego lento, agregamos medio vaso de harina tamizada poco a poco, el resto lo reservamos para la bechamel. También le echamos medio vaso de leche para obtener una suave crema de espinacas, sin dejar de remover para que quede suelta. Este será nuestro principal relleno para la lasaña.

Mientras tanto cocemos las placas de pasta en agua con sal una a una para que no se nos peguen. Para montar la lasaña primero colocamos dos en la base, si no caben enteras las cortamos para que la cubran correctamente. Ahora ponemos una capa de espinacas a la crema y un par de lonchas de queso por encima. Y vamos repitiendo la operación. Podemos intercalar una fina capa de bechamel también si lo deseamos.

Preparamos la bechamel como de costumbre (con la mantequilla, la harina y la leche), teniendo especial cuidado de que no nos salga muy espesa, lo ideal es que nos quede lo más suelta posible para obtener la textura deseada. Es importante añadirle la nuez moscada.

Al llegar a la última capa de espinacas en el montaje de la lasaña es el momento de cubrirla con la bechamel recién hecha mejor, para adquiera consistencia junto con el resto de ingredientes. Por último la espolvoreamos con abundante queso rallado 4 quesos especial para gratinar en el horno.

Precalentamos el horno a 190 grados, y la dejamos hornear durante unos quince minutos, no más de veinte, hasta que veamos que se ha gratinado a nuestro gusto.

Una vez haya reposado unos diez minutos, es el momento de cortarla en porciones y servir a los comensales sin miedo a que se desmonte, ya que estarán deseando de hincarle el diente gracias al olorcito tan rico que salía de la cocina. Y así de bonita queda, ¡buen provecho!