Calentamos la leche unos segundos en el microondas, en ningún caso tiene que superar los 40ºC, una vez caliente, le añadimos 2 cucharadas del azúcar y la levadura, removemos bien y dejamos unos minutos hasta que se active, te darás cuenta enseguida ya que verás que a los pocos minutos comienza a burbujear.

Mientras se activa la levadura vamos preparando el siguiente paso. Tamizamos la harina en un bol grande, para poder trabajar cómodos, y añadimos la pizca de sal y la mantequilla cortada a taquitos y que esté bien fría de la nevera. Metemos la mano en el bol y vamos mezclando la mantequilla con la harina hasta que quede una textura arenosa. La mejor forma de mezclarlo bien es agarrando con la mano trocitos de mantequilla e ir deshaciéndolos junto con la harina. Es tener un poco de paciencia, a mí

Cuando terminemos de mezclar bien la harina con la mantequilla, hacemos una especie de volcán con la harina y vamos añadiendo los demás ingredientes, los huevos ligeramente batidos, el azúcar, la canela y la jarrita con la levadura que teníamos reservada. Y empezamos a mezclar todos los ingredientes con la ayuda de una cuchara o espátula.

Cuando veamos que ya nos cuesta mezclar los ingredientes con el utensilio, llega el momento de mancharnos las manos… Terminamos de mezclar los ingredientes y sacamos la masa del bol y la ponemos encima de la encimera bien limpia y espolvoreada con un poco de harina, y amasamos hasta que deje de pegarse en la encimera. Podéis añadirle un poco de harina si veis que no se termina de despegar, pero muy poca, por que tiene que quedar una masa ligera y suave.

Cuando veamos que ya es la hora o la masa ya ha subido la sacamos del bol y la aplastamos para sacarle todo el aire. Ponemos un poco de harina en la encimera y al rodillo para que no se nos pegue la masa y la extendemos intentando hacer un rectángulo, de más o menos 1/2 centímetro de grosor.

Rebozar en azúcar y canela, mientras aún están tibias