Ponemos a precalentar el horno a 220º. Mezclamos la harina, la sal, el polvo de hornear y las semillas (opcionales; yo usé girasol, sésamo blanco y negro) en recipiente. Añadimos el aceite y el agua (esta última de a poco). Mezclamos y amasamos apenas hasta formar un bollo quebradizo, no muy trabajado. Dejamos reposar tapado unos 20 minutos.

Picamos la cebolla y el morrón y salteamos en aceite a fuego medio hasta que se ablanden. Podemos salar un poco para que la cebolla suelte líquido. Mientras, picamos ajo, perejil y tomate en cubitos. Escurrimos las arvejas, reservando aproximadamente una taza del líquido de las mismas.

Una vez blaqueada la cebolla y tiernizado el morrón, agregamos las arvejas, el ajo y el perejil y el tomate, y salpimentamos. Mezclamos y dejamos cocinar unos pocos minutos. Luego, retiramos del fuego y mezclamos 2/3 partes de nuestro relleno con los 3 huevos y batimos.

Para la versión vegan (la tarta más chica, en este caso), mezclamos el líquido que reservamos de las arvejas con algunas cucharadas de harina (agregué semillas de chía para darle un plus de nutrientes) y batimos hasta obtener una textura similar a la del huevo batido. Agregamos esta mezcla al relleno al que no le pusimos huevo y a fuego medio bajo revolvemos hasta obtener una bechamel épica. Retiramos del fuego y dejamos enfriar un poco.

Estiramos con palote sobre mesada enharinada nuestra masa, usaremos 2/3 para la tarta grande y 1/3 para la chica (aprox. del tamaño de un molde promedio de bizcochuelo). Llevamos ambas a moldes aceitados y enharinados, pinchamos con tenedor para que no se inflen durante la cocción, y horneamos a 220º durante unos 20-25 minutos o hasta que queden doradas pero no completamente cocidas. Buscamos que quede firme para cuando pongamos los rellenos, pero no muy blandas para que no absorban líquido.

Una vez precocidas nuestras bases, rellenamos y llevamos al horno unos 10 a 20 minutos más, hasta que el huevo se cueza. En la versión con bechamel, solo buscamos dorar un poco la superficie de la misma.

Y voilá, retiramos del horno, dejamos enfriar un poco y, les aseguro, no podrán creer lo fantástica que queda esta mezcla de sabores. Espero disfruten esta forma alternativa de usar las arvejas, esta vez como protagonistas absolutas de un plato que a partir de ahora forma parte de mis recetas de cabecera n.n

NOTA: A diferencia de otras de mis recetas, si es que las han visto, el uso de condimentos es escaso. Obviamente pueden jugar con el relleno a gusto, pero el toque de ajo y perejil, sin más especias, permite que resalte el sabor de las arvejas sin opacarlo. Obviamente, queda a criterio de les cocineres :p