La quinoa la podemos conseguir envasada o a granel. Si bien hoy en día su consumo se popularizó a tal punto que los productores han mejorado muchísimo cómo esta semilla llega al consumidor, es necesario lavar las semillas antes de ingerirlas para eliminar la saponina de su superficie, compuesto que en grandes cantidades es tóxico, la da sabor amargo y dificulta la asimilación en nuestro sistema digestivo.

En un jarrito ponemos a hervir el agua con una pequeña pizca de sal, ésta debe ser 2 veces el volumen de quinoa y un poquito más. Por eso yo indiqué 125 ml para 50 g de quinoa.
Cuando sale a hervir echamos la quinoa lavada.

Cocinamos por 15-20 minutos a fuego moderado a bajo revolviendo para que no se pegue. La semilla va a ir cambiando su aspecto a lo largo de la cocción, va a empezar trasparentándose en los bordes y cuando esté totalmente cocida se pondrá transparente por completo. Ojo que no se pase! En este aspecto se parece mucho al arroz.

El agua se va consumiendo a medida que transcurre el tiempo y al finalizar la cocción no es necesario colarlas. Apagamos el fuego y tapamos el jarro dejando reposar por apenas dos minutos más. Transcurrido este tiempo, la colocamos en un recipiente hermético. Con un tendor separamos las semillas cocidas para que queden bien sueltas al enfriarse.

Ahora sí, ya tenemos nuestra quinoa cocida, lista para ser incorporada a nuevas recetas. Guardar en la heladera en recipiente hermético con tapa, se puede conservar por 4-5 días.