Preparamos todos los ingredientes. Molde a usar, bandeja con papel de hornear, cortador de pasta y un cono para hacer el orificio central.

En un cazo ponemos el aceite, la cáscara de limón, el anís en grano y dejar tostar a fuego suave. Cuando empiece a dorar la cáscara de limón retiramos del fuego, dejar enfriar por completo

En una sartén, ponemos la harina a fuego suave, removiendo constantemente hasta que la veamos un poco tostada, retirar del fuego y poner en un recipiente frío para que no se siga quemando. Dejar enfriar por completo.

En mi caso, voy a utilizar un robot de cocina para hacer la masa.
En un bol, ponemos la harina fría y tamizada, añadir la goma xantana y mezclar con el utensilio de amasado

Quitar las cáscaras de limón del aceite, añadir con el anís a la harina, el sésamo, el azúcar, la canela y el vino dulce, mezclar hasta obtener una masa homogénea (la masa queda un poco apelmazada, he añadido 50 ml más de vino dulce, la masa lo admite perfectamente). Esta es la textura que debe de tener, será una masa arenosa, pero al coger con las manos y apretar formaremos una bola compacta.

Precalentamos el horno a 180° calor arriba y abajo. Poner la masa sobre la mesa de trabajo. Coger una porción de masa y apretarla con las manos hasta conseguir una bola. Presionarla sobre la encimera con la mano, unir los contornos que tenderá a abrirse. Poner encima el cortador.

Con el cono hacer un agujero central, quitar el sobrante de la masa, poner sobre el papel de hornear ayudándonos con pala de cocina. Así haremos con toda la masa

Meter en el horno durante 18 o 20’ (no lo dejen más tiempo). Pasado el tiempo este es su aspecto. Sacar del horno, rebozar inmediatamente en azúcar glas, sin gluten (tenemos que rebozarlos cuando estén recién hechos, una vez rebozados poner en un lugar fresco, el rosco está muy caliente y el azúcar puede perder su textura y color)