La noche anterior se dejan los garbanzos en remojo.

Empezaremos colando los garbanzos y lavándolos con agua fría, no se van a cocer. Una vez escurridos se trituran en crudo, que no quede puré, sino granulado. Reservamos.

En la trituradora mezclamos la cebolla, los ajos, el perejil y el cilantro fresco y lo picamos muy fino.

Mezclamos en un bol el garbanzo granulado y este picado de hierbas.

Seguimos mezclando el resto de ingredientes: limón, sal, levadura, tahini (yo lo hago casero, pero lo venden en herbolarios y tiendas de alimentación árabe), comino, cilantro seco y si cuesta dar forma a la masa se puede añadir un poco de harina y/o pan rallado, también un huevo, aunque el falafel auténtico no lleva.

Dar forma de croquetas (una generosa cucharada grande para cada falafel) ayuda un platito espolvoreado de pan rallado y luego aplastar para que queden como hamburguesas ovaladas, o con la forma que más os guste (existen cucharas especiales para hacer falafel, pero no se donde se compran).

Freír con aceite de oliva en una sartén, yo no uso mucha cantidad, pero las hacen en abundante aceite caliente.

Dorar de ambos lados, veréis qué espectacular huele y el sabor original que tienen, no se puede describir. Con estas medidas me salieron unos 18 falafel. Se suelen acompañar de ensalada o salsas, en casa nos gusta con salsa de yogur.