Lo primero es utilizar un molde adecuado para que nos quede una tartaleta de hojaldre bonita. Es preferible comprar una masa de hojaldre redonda para que se adapte mejor al molde y nos sea más sencillo colocarla. La agujereamos con un tenedor.

A continuación batimos los huevos, le añadimos la nata líquida para cocinar y el queso fresco desmenuzado o en daditos. Salpimentamos.

Seguidamente en una sartén doramos los piñones y las nueces, un paso fundamental para potenciar ese sabor tan particular y el crocante que le va a aportar a la tartaleta.

Ahora es el momento de rellenarla con las hojas de espinacas, los huevos batidos con la nata, el queso fresco y los frutos secos tostaditos en su punto. Bien mezclados por supuesto.

Por último añadimos unas cuantas hojas más de espinacas y decoramos con queso fresco en lonchas para que se gratine en el horno.

Ya solamente nos queda precalentar el horno a 180 grados y hornear a media altura con calor arriba y abajo con ventilador durante unos 40-45 minutos. Hasta que quede bien dorado.

Debemos observarlo para que no se nos gratine en exceso y se queme el hojaldre que es muy delicado.

La textura de las hojas de espinacas frescas horneadas os va a sorprender. Resulta muy diferente a usarlas ya salteadas.

Dejamos reposar unos veinte minutos reposar nuestra tartaleta fuera del horno para que nos sea más sencillo desmoldarla, y listo, a conseguir ese corte perfecto donde podréis apreciar los piñones, que no deben faltar. En mi opinión son fundamentales en esta receta. Espero que la disfrutéis, buen provecho a todos.