Prepara un molde para la tarta. Cuando lo tengas, pon un poco de leche en un plato y ve remojando las galletas. Remójalas hasta que ya no estén tan firmes, pero que tampoco se deshagan. Recomiendo galletas de miel, suelen ser duras (y están buenas, claro)

Haz una capa de galletas y ponle lo que quieras de relleno. Yo he usado mermelada de frambuesa porque es lo que tenía a mano.

Pon otra capa de galletas, otra de relleno, y así hasta que estés satisfechx con la tarta.

Cúbrelo con nata montada. Pon un poco en el centro y espárcelo con una espátula. Repite el proceso hasta que toda la tarta este cubierta y no se vean las galletas.

Si no te da tiempo a meterlo en la nevera, ponlo en el congelador antes de empezar a comer (a ser posible debería estar mínimo 15 minutos en el congelador, o hasta que la nata esté firme pero no completamente congelada)

Y ya está. Es una tarta muy fácil de hacer y le puedes añadir infinidad de cosas, así que yo diría que se adapta a todos los gustos. De hecho, ¡hasta se puede hacer salada!

Un consejo: prueba a hacerla de mantequilla de cacahuete y mermelada de fresa, una capa de cada, y cúbrelo con chocolate en lugar de nata. No lo recomiendo si la tarta es para tí solx, muy calórico.