Siempre disfruté de comer. Pero no tenía tiempo ni medios para salir de platos básicos. Hace un par de años pasé por un tiempo de crisis, sentía que tenía que cambiar algo, hacer algo nuevo, pero no sabía qué.
Espontáneamente empecé a dedicarme más a la cocina, a buscar recetas, a intentar hacer lo que me gustaba. Después llegaron los talleres de cocina, primero de pizza, después de panes, me fui involucrando y cada día apuesto a más. La cocina y la huerta me reconectaron con las ganas y la alegría de hacer cosas nuevas. Disfruto sobre todo la posibilidad de compartir.