Mi postre de mandarinas para el Día de los Amigos. Para Jinia, la amiga ausente

César Lorenzano
César Lorenzano @cesar165
Buenos Aires

Comienzo a preparar el postre, y sentí la presencia de Jinia, a quien heredé de Graciela junto con un puñado de amigas. Pero esto no es así. No las heredé. Siempre fueron también mis amigas.
La historia comienza hace 46 años cuando Graciela se inicia en cerámica en el Taller de Leo Tavela y Sergio, se desarrolla como artista plástica, obtiene un tercer premio en el Salón Nacional de Cerámica, y un año después el Gran Premio de Escultura del mismo salón. Sus amistades eran -son- las mías, así como las mías eran las suyas. Gana un concurso de mural en la Universidad de Belgrano, vende una escultura al Banco Mayo que la sitúa en el hall de una sucursal céntrica.
Al taller de Leo concurría Ginette Mordoh. Ginette admiraba el arte de Graciela y la apoyó incondicionalmente antes y después del exilio. Con ella conocimos la comida sefaradí y a su hijo, Carlos, antropólogo y gran fotógrafo con quien anudamos una inquebrantable amistad y con quien compartía el gusto por la fotografía y por las ciencias humanas. Cuidó de Graciela la semana que tardó en seguirme al exilio en momentos muy duros para nosotros.
En 1985 en un corto regreso a casa fuimos a su Casona de la calle Independencia llena de artesanías. Conocimos a Nora, su esposa, y a la pequeña Paloma, su hija.
Los hilos de las vidas se entrelazan de manera inesperada. Pues sucede que Nora es hija de Jinia, Paloma nieta de Jinia y de Ginette.
Un año después regresamos. Carlos tenía un hermoso local de venta de artesanías en que ofreció trabajar a Graciela, sacudida por el des exilio. Allí estaba Jinia. A partir de ese momento, siempre estuvo presente. En las muestras de Graciela, en las festividades. En las cenas que seguían a las funciones de Núcleo los martes en Prosciutto, junto con ese puñado de amigas, algunos esposos, Pablo nuestro hijo. Eramos cerca de 10 amigos y comensales durante años. Fue a Florencia cuando Graciela expuso en la Bienal. Estuvo en la última exposición de Graciela en el Banco Provincia de Callao 15 días antes de morir y estuvo en la cena que siguió a la exposición -la última-.
Su amistad siguió firme conmigo, al igual que sus amigas y esposos. Seguimos con la rutina del Cineclub y las cenas. Cada vez menos, hasta que sólo quedamos cuatro.
Jinia no está más para conversar, escuchar y dar un buen consejo si uno lo pedía. Tampoco Carlos.
No pude encontrarme con sus hijos, con Nora, con Paloma. Simplemente no pude. Era demasiado fuerte la conmoción.
Le debía este recuerdo que no pude expresar antes.
Sentí que al hacerlo abrazaba a todos mis amigos. Como decía papá en los brindis, a los presentes y los ausentes.

Mi postre de mandarinas para el Día de los Amigos. Para Jinia, la amiga ausente

Comienzo a preparar el postre, y sentí la presencia de Jinia, a quien heredé de Graciela junto con un puñado de amigas. Pero esto no es así. No las heredé. Siempre fueron también mis amigas.
La historia comienza hace 46 años cuando Graciela se inicia en cerámica en el Taller de Leo Tavela y Sergio, se desarrolla como artista plástica, obtiene un tercer premio en el Salón Nacional de Cerámica, y un año después el Gran Premio de Escultura del mismo salón. Sus amistades eran -son- las mías, así como las mías eran las suyas. Gana un concurso de mural en la Universidad de Belgrano, vende una escultura al Banco Mayo que la sitúa en el hall de una sucursal céntrica.
Al taller de Leo concurría Ginette Mordoh. Ginette admiraba el arte de Graciela y la apoyó incondicionalmente antes y después del exilio. Con ella conocimos la comida sefaradí y a su hijo, Carlos, antropólogo y gran fotógrafo con quien anudamos una inquebrantable amistad y con quien compartía el gusto por la fotografía y por las ciencias humanas. Cuidó de Graciela la semana que tardó en seguirme al exilio en momentos muy duros para nosotros.
En 1985 en un corto regreso a casa fuimos a su Casona de la calle Independencia llena de artesanías. Conocimos a Nora, su esposa, y a la pequeña Paloma, su hija.
Los hilos de las vidas se entrelazan de manera inesperada. Pues sucede que Nora es hija de Jinia, Paloma nieta de Jinia y de Ginette.
Un año después regresamos. Carlos tenía un hermoso local de venta de artesanías en que ofreció trabajar a Graciela, sacudida por el des exilio. Allí estaba Jinia. A partir de ese momento, siempre estuvo presente. En las muestras de Graciela, en las festividades. En las cenas que seguían a las funciones de Núcleo los martes en Prosciutto, junto con ese puñado de amigas, algunos esposos, Pablo nuestro hijo. Eramos cerca de 10 amigos y comensales durante años. Fue a Florencia cuando Graciela expuso en la Bienal. Estuvo en la última exposición de Graciela en el Banco Provincia de Callao 15 días antes de morir y estuvo en la cena que siguió a la exposición -la última-.
Su amistad siguió firme conmigo, al igual que sus amigas y esposos. Seguimos con la rutina del Cineclub y las cenas. Cada vez menos, hasta que sólo quedamos cuatro.
Jinia no está más para conversar, escuchar y dar un buen consejo si uno lo pedía. Tampoco Carlos.
No pude encontrarme con sus hijos, con Nora, con Paloma. Simplemente no pude. Era demasiado fuerte la conmoción.
Le debía este recuerdo que no pude expresar antes.
Sentí que al hacerlo abrazaba a todos mis amigos. Como decía papá en los brindis, a los presentes y los ausentes.

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Ingredientes

60 minutos
8 raciones
  1. 2mandarinas grandes
  2. 1limón chico
  3. 2 cucharadasaceite girasol
  4. 250 gharina leudante
  5. 200 gazúcar para la masa
  6. 100 gazúcar para masa
  7. 4 cucharadasagua para almíbar
  8. 5 ccvainilla
  9. 5 ccazahar
  10. 1huevo

Paso a paso

60 minutos
  1. 1

    Ingredientes 1: mandarina, limón, huevo

  2. 2

    Ingredientes II: vainilla, aceite, azahar, harina

  3. 3

    Ingredientes III: leche

  4. 4

    Equipo I: Procesadora chica

  5. 5

    Procesadora II

  6. 6

    Equipo III: Horno BGH. En función convección es un horno eléctrico común, y admite recipientes de metal. Lo uso por comodidad y porque calienta muy rápido.

  7. 7

    Comienzo a preparar el almibar. Pongo el azúcar en la tartera

  8. 8

    Agrego 4 cucharadas de agua y desparramo para apenas mojar el azúcar y luego caliento 5 a 7 minutos en el horno o hasta que burbujea.

  9. 9

    Mientras tanto, pongo mandarina, limón y huevo en la procesadora. Tuve que fraccionar las frutas y ponerlas en dos tandas. La pobre maquinita no pudo con ese volúmen.

  10. 10

    Por fin procesado todo.

  11. 11

    Saco la budinera del horno y sumerjo los gajos el almíbar

  12. 12

    Dejo la budinera y comienzo a prepara la masa. Vierto en el procesado en un bol.

  13. 13

    Le agrego el aceite, el azúcar, la vainilla, el azahar.

  14. 14

    Finalizo con la harina.

  15. 15
  16. 16

    Me rendí. Uso la procesadora grande. Pongo la.mezcla en la tartera cubriendo los gajos y directo al horno a 220 grados.

  17. 17

    Saco la budinera del horno. Parece estar a punto. Lo pruebo clavándole un palillo chino de acero. Si sale limpio está cocido. Si no, otros 10 minutos en el horno.

  18. 18

    Apoyo la fuerte-plato en la cara superior de la budinera, tomo a los dos (plato y budinera) fuertemente, invierto la posición y voilá -vean, admiren cómo quedó-

  19. 19

    Lo miro de costado para apreciar su espesor. quedo satisfecho. A punto el dorado, deja escurrir jugo, almíbar. Los gajos se acaramelaron.

  20. 20

    Paso a decorarlo con dulce de leche. Comienzo a tentarme.

  21. 21

    De más cerca. Delicioso. Quiero probarlo !!!

  22. 22

    No me pude resistir. Anoche mismo lo probé. Eran pasadas las doce. Hoy me aboqué a la emocionalmente comprometida tarea de intuir la historia, escribirla, luego a organizar las fotos para dar forma a la receta, y escribirla.

  23. 23

    Ahora sí. Terminé. Es la noche del día después. Falta la última foto. La tomo. El postre con una copa de buen vino. Como le gustaría a Jinia. Brindo con ella por todos los que queremos, por los presentes y por los ausentes. Salud. Le jaim.

  24. 24

    Repitió el paso y no pude borrarlo. Aprovecho para un nuevo brindis.

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César Lorenzano
Buenos Aires
Médico, PhD en Filosofía, desde siempre cocino. Este año (2016) comencé a publicar en Cookpad. Les agradezco mucho su estímulo
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