Mientras se aromatiza la leche, añadir poco a poco los trecientos mililitros de leche restante frío en el bol con la harina. Remover poco a poco hasta obtener una textura ligera y sin grumos. Al final cambie la cucharada por una varilla manual para quitar los grumos.

Después de infusionar la leche los diez minutos, sacar la piel de limón, el bastoncillo de canela y el anís estrellado en un bol. El bastoncillo de canela se puede lavar bien por dentro y afuera, secar y reutilizar en otras preparaciones.

Seguidamente, verter poco a poco la harina disuelta, mientras con otro mano empiezas a remover energéticamente. Verás que enseguida espesa la masa. Seguir hasta acabar con la harina del bol, removiendo continuamente y dejar cocinar unos cinco minutos sin parar de remover energéticamente.

Apagar el fuego y volver a batir bien la masa con una varilla manual hasta que quede una masa lisa. Untar un molde con mantequilla. Verter la masa en un molde a tu gusto, más ancho o más estrecho. Tapar la masa con film transparente y dejar entibiar. Poner la tapa y guardar en la nevera de hoy a la mañana o por lo menos seis horas.

En el día siguiente, desmoldar la masa sobre un plato y cortar en trozos a tu manera. Yo corte la masa como de tamaño de una croqueta un poco más gruesa.

Pasar cada trozo enharinado por el huevo batido y después por el pan rallado. Se debe hacer por todos los lados.

Reservar los trozos acabados de pasar por harina, huevo y pan rallado en un plato ancho. Acomodar un cazo sobre fuego y verter abundante aceite de girasol. Dejar calentar. Cuando esté bien caliente freír por tandas los trozos por los dos lados a fuego medio alto. Ojo con el fuego, al largo va calentando mucho el aceite, mejor vigila. Sacar los trozos ya fritos en un plato con papel absorbente encima, para que absorbe el exceso de aceite.

En un plato mezcla la tacita de azúcar blanco con las dos cucharadas de canela en polvo y pasar cada trozo de leche frita por todos los lados, por la mezcla.