Ingrediente I: uvas rosadas

Ingrediente II: azúcar, limón

Paso I: lavo las uvas en la bocha de la mesada

Paso II: las desgajo

Paso III: uvas desgajadas, si señor (dicho con énfasis)

Paso IV: las pongo en un bol

Paso V: las peso

Paso VI: las corto por la mitad

Paso V: las pongo en mi olla triple acero. Me gusta porque insólitamente LAS ASAS NUNCA SE CALIENTAN y puedo manipularla con toda comodidad. Agrego el azúcar.

Paso VI: mezclo uvas y azúcar. Quedan juntitas en penitencia toda la noche, hasta que las uvas larguen todo su jugo; el el se van a cocinar. Nunca pongo agua.

Paso VII: a la mañana siguiente comienzo a cocinarlas

Paso VIII: más avanzada la cocción.

Paso IX: en plena ebullición, no les falta mucho

Paso X: todo modernidad, mido la temperatura con mi termómetro para cocina (reciente adquisición). Llegó a 104 grados, punto del almíbar.

Paso XI: ¿desconfiado yo? Me aseguro con el método de siempre. Plato en el congelador, cucharadita de líquido, trazar un caminito con la cuchara. El caminito no se cierra. Tenía razón el termómetro. Espero me perdone. No voy a descontarle en adelante.

Paso XII: muestro lo bien que se hizo la mermelada

Paso XIV: en un acercamiento las malditas pepitas que se resistían pero finalmente perdieron

Paso XV: ya enfrascadas lucen muy bien. Esto es entre nosotros. No quiero que se enteren, pero mucha pinta, rindieron poco dulce. Así son las coquetas, decía mi mamá.

Este envase es el que fue a la portada.