Hay que  limpiar exhaustivamente los mejillones, quitando con un cepillo o un cuchillo los restos de suciedad que llevan adherida y las barbas. 

Escojemos una cazuela con fondo amplio y echamos unos 500 ml de agua y un poco de sal, la pimienta, el limón y el laurel. Introducimos los mejillones, que se irán abriendo a medida que el agua vaya calentándose. 

Descartamos los mejillones que no se hayan abierto y los otros los dejamos en un colador retirándoles previamente la valva a la que no están adheridos. 

Mientras se enfrían preparamos la vinagreta. Para ello cortamos en cuadraditos los pimientos y la cebolla morada, salamos y añadimos el vinagre y el aceite en las proporciones que se citan o en las que os gusten.

Esparcimos la salsa vinagreta sobre los mejillones y la ralladura de limón y los dejamos en la nevera antes de servirlos, pues fríos es como mejor están.