Desde que me paraba en puntitas de pie y ayudaba a mi abuela a "hacerle las rayitas a los ñoquis" hasta hoy, que lo hago sola, no deje un sólo día la cocina. Ya sea por las obligaciones de la casa, por los cumples de mis sobrinitos del corazón o por amor. Sencillamente, cocino y me cambia el día.