Vamos por la masa principal. Ponemos a remojo las hojas de gelatina. Colocamos en el congelador la nata unos minutos para facilitar que monte bien. Batimos el queso con el azúcar. Escurrimos la gelatina, la añadimos a la leche caliente (sin llegar a hervir), mezclamos bien y batimos con a la mezcla principal. Añadimos el zumo de los dos limones. Una vez la nata esté bien fría la montamos y añadimos a la mezcla poco a poco con movimientos envolventes. Ya sólo nos queda volcar en el recipiente.

El resultado final lo colocamos en la nevera bien tapado y esperamos al menos 7 horas a que espese por el efecto de la gelatina. Mejor prepararlo la víspera.

Vamos por la cobertura. Daremos 2 opciones. La A que es una crema de limón y la B una gelatina también de limón. La B es más ligera pero las dos quedan muy bien.

Opción A. Rallamos la piel de los dos limones. Exprimimos su zumo y lo añadimos a un recipiente para triturarlo junto con la ralladura de los limones, los huevos y el azúcar.

Una vez bien triturado ponemos en una cacerola 7 minutos a fuego bajo sin parar de remover. La masa final debe quedar con una textura tipo natillas. Ponemos la mantequilla al final cuando quitemos del fuego y removemos bien. Por último pasamos por un chino para dejar una masa bien fina. A la nevera y colocamos sobre el pastel cuando este esté bien cuajado.

Opción B. Ponemos en remojo las hojas de gelatina. Rallamos la piel del limón y lo exprimimos. Añadimos en un cazo el zumo filtrado con un colador, el agua y el azúcar y calentamos sin llegar a hervir. Añadimos la gelatina escurrida. Removemos bien. Dejamos enfriar unos minutos y lo colocamos con mucho cuidado con una cuchara que amortigue cuando esté sólida la masa del pastel con el queso. Por último añadimos la ralladura del limón por encima a modo decoración.

Ya sólo queda desmoldar con la ayuda de un cuchillo. Delicious!!