Le prometí a una amiga de Cookpad que hizo mi pesto de morrón calificándolo de exquisito, que si hacía uno distinto le avisaría. Pues bien. Es fin de año, fecha adecuada si la hay para que se cumplan las promesas. Claro, debo confesar que esta receta es producto de la necesidad, de llamarla “pesto” forzando los usos aceptados y de la audacia. ... y no tanto por cumplir una promesa. Termino de escribir esto, y comienzo a pensar si se trata de una simple casualidad que esa noche de cocina tuviera UN único zapallito o es que sin darme cuenta y sin conocerlo (y quien conoce su propio futuro?) sigo un guión escrito mucho tiempo antes que naciera. Casualidad o destino, hice-inventé una receta nueva con mi zapallito a la que llamé pesto aunque no tiene ni pizca de albahaca, porque la hice moliendo los ingredientes con mi pequeña procesadora (espero me perdonen los puristas que usan mortero y jamás llamarían pesto si no es de albahaca). La audacia de suponer que el nuevo pesto sería tan sabroso como mi amiga espera, colmó mis espectativas: SALIÓ BUENÍSIMO. Como se diría hace mucho, es bueno, fácil y barato.