Solomillo Wellington

En primer lugar elegimos unos buenos solomillos de cerdo ibérico. Y le retiramos la poca grasa que puedan tener alrededor para obtener una pieza limpia y proporcionada. Vamos a utilizar solo uno así que escogemos el de forma más uniforme para un buen relleno equilibrado.

Ponemos abundante aceite de oliva virgen extra en una sartén y marcamos el solomillo a fuego fuerte para sellarlo correctamente y no pierda sus jugos. Previamente salpimentamos.

En el mismo aceite donde hemos marcado y sellado el solomillo salteamos los champiñones, los ajos y la cebolla muy picaditos. Le añadimos medio vasito de brandy o vino blanco en su defecto. Cuando estén bien pochados le añadimos unas tiras de pimiento del piquillo, seguimos rehogando unos minutos y apartamos.

Ahora es el momento de colocar el solomillo envueltos en bacon como vemos en las fotos, otro punto importante para que que salga aún más jugoso. Y ya lo tenemos listo para enrollar.

Lo enrollamos con mucho cuidado ayudándonos con el papel de horno sobre el que está dispuesto el hojaldre. Sellamos bien los extremos y lo decoramos con las tiras de hojaldre sobrantes que habremos recortado cuidadosamente. A nuestro gusto usando la imaginación. Para ser la primera vez que lo hacemos ha quedado muy bonito😊. Felicidades a mi hija que ha tenido la idea de los botoncitos, quedan geniales.

Por último lo pintamos con una yema de huevo con la ayuda de un pincel de cocina, así quedará brillante y evitaremos que se abra durante el horneado.

Precalentamos el horno a 200 grados y lo dejamos hornear a media altura durante unos 30 minutos, vigilando que no se nos dore en exceso, ya que cada horno es un mundo.

Una vez fuera del horno, lo dejamos reposar y templar a temperatura ambiente para conseguir un buen corte a la hora de servir. Y ya podemos deleitar a los nuestros con esta exquisitez digna de la nobleza británica y el mismísimo Duque de Wellington. Buen provecho a todos.