En un recipiente apto para horno, colocamos un generoso chorro de aceite de oliva (si os gusta más suave podéis sustituirlo por mantequilla derretida).

Colocamos sobre el aceite o la mantequilla, las láminas de pasta precocidas (dan mejor sabor las que se tienen que cocer, pero estas son más prácticas).

Troceamos los ramilletes de coliflor y brócoli y los repartimos sobre las dos láminas de pasta.

Preparamos una bechamel (se puede comprar preparada en supermercados), en este caso he optado por utilizar harina integral, pero se puede utilizar harina normal o maicena que os dará un sabor más suave, pero yo buscaba un sabor fuerte, puesto que los surimis y las coliflores son bastante sosas.

También la bechamel es recomendable realizarla con mantequilla o margarina, pero yo opté, también para potenciar su sabor, utilizar aceite de oliva.

Calentamos el aceite en una sartén amplia y cuando el aceite esté caliente, sofreímos la harina, para que no sepa a harina cruda (con la maicena no es necesario sofreírla).

Cuando la harina comience a espesarse, añadimos la leche, la sal y la nuez moscada, cocinamos a fuego medio, sin dejar de remover, hasta que la bechamel tenga la textura deseada.

Cubrimos con la bechamel las coliflores.

Añadimos dos láminas más de pasta y sobre estas colocamos los surimis troceados.

Volvemos a cubrir de bechamel y añadimos las dos láminas de pasta restantes.

Cubrimos con la bechamel que nos reste.

Decoramos con tiritas de pimientos de lata.

Espolvoreamos con queso rallado.

Horneamos a 160 grados, a partir de horno frio, unos 30-40 minutos, calor arriba y abajo.

Gratinamos 10-15 minutos.

Servir caliente.