En primer lugar, limpiamos, cortamos y enjuagamos las judías verdes. Si las vamos a congelar, las escurrimos ligeramente y las ponemos en un táper y lo cerramos. Guardamos en el congelador y nos puede aguantar como frescas hasta seis meses, como si las hubieras comprado en ese mismo momento. El agua que le queda las conserva y las protege del frío.

En un cazo, ponemos agua a cocer y cuando hierba, le añadimos los 275 gr de judías y una pizca de sal. Dejamos cocer durante 15 minutos, para que nos queden al dente.

En una olla ponemos a cocer la patata y dos huevos.

Pasado ocho o diez minutos, retiramos los huevos y los ponemos a enfriar en el frigorífico y luego los pasamos al congelador, para que se enfríen rápido. La patata la dejamos cocer.

Retiramos las judías verdes. Escurrimos y las ponemos en un bol con agua y hielo, para cortar la cocción y nos queden al dente y para que no pierdan el color verde.

En un mortero, ponemos el diente de ajo, el perejil, sal y machamos bien. Le añadimos el tomate seco hidratado en aceite y muy bien picado.

Una vez bien majado. Le añadimos un chorrito de virgen extra.

Le vamos añadiendo aceite poco a poco y ligando con el mazo del mortero hasta que ligue por completo.

Retiramos la patata, y la ponemos en un bol y la cubrimos con agua helada, para que se corte la cocción y se nos enfríe.

Mientras se enfría la patata. Escurrimos las judías verdes.

Una vez tibia, la pelamos.

Emplatamos. Ponemos la patata, judías verdes y un huevo cortado por la mitad y espolvoreamos con perejil picado.

Le ponemos el ali oli por encima de la patata y el resto de las judías y el huevo, y listo.

De esta patata, podemos sacar dos raciones, divido a su tamaño.

Esta es la segunda ración si la cortamos en dos.