Reconozco haber tenido muchos fracasos con las croquetas que he comido fuera de casa pero también algunos de los hallazgos más deslumbrantes. Hay dos que recuerdo especialmente. El primero, fue la inenarrable sensación que me produjo meter en la boca una de esas croquetas de Echaurren, suaves, deliciosas cómo ninguna. El segundo tiene mucho que ver con la receta que propongo. Fue nada más y nada menos que el encuentro con las croquetas de tres quesos de "El Encuentro" ese recoleto restaurante de la calle San Vicente Mártir en Valencia. Hace ya unos cuantos años de esto y tanto como este manjar me quedó gravada la imagen de la cocinera, una mujer ya entrada en años, que de vez en cuando asomaba por la puerta de la cocina y que iba ataviada cual si fuera a ir a la ópera. El caso es que -siguiendo con el relato- pregunté al jefe de sala si había oído hablar de las croquetas de Echaurren. Me miró muy estrañado al tiempo que negaba con la cabeza. Yo, muy serio, le dije: las mejores de España...hasta hoy; y acabé la frase metiéndome en el gaznate una de aquellas croquetas de tres quesos memorables e inexplicables. Me fijo lo de los tres quesos, pero no cuáles. En casa hemos hecho pruebas con cantidades y tipos de queso cambiantes, hasta dar con una combinación con un sabor bastante parecido al de aquellas inolvidables croquetas.  
En cuanto a las cantidades, el secreto está, como dice la canción de Carlos Cano, en "la gloria de tus manos".