Para la ralladura de mandarina yo utilicé 3 unidades pequeñas, de las cuales rallé delicadamente la cáscara y luego reservé la fruta para exprimir el jugo.
Es más fácil obtener la ralladura de las mandarinas que tienen la cáscara más pegada.
Añadimos la ralladura al batido e integramos con espátula de silicona.

Sumamos la leche y luego el jugo de mandarina.

Agregamos la harina tamizada e integramos con una espátula. Llevamos a la batidora y mezclamos a velocidad baja por un minuto.

Volcamos la preparación en un molde savarín de 26 cm de diámetro, previamente enmantecado y enharinado con papel manteca en la base.
Nivelamos la superficie y cocinamos a horno precalentado a 170°C por 1 hora, o hasta que al introducir un palillo en el centro este salga sin adherencias.

Para el glaseado: En un recipiente colocamos el azúcar impalpable y el coco rallado, mezclamos y agregamos agua caliente de a poco hasta lograr la consistencia deseada. No debe ser muy líquida ni muy espesa. Si te pasas de agua podés poner un poco más de azúcar impalpable.

Desmoldamos y dejamos enfriar. Bañamos con el glaseado, espolvoreamos con las nueces y almendras picadas y oreamos hasta que esté seco al tacto. Ahora sí es momento de disfrutarlo....

Tips:
- Esta receta la podés hacer con aceite o con manteca; la de aceite queda bien húmeda y esponjosa, y la de manteca además le agrega esa untuosidad, esa suavidad a la masa. Las dos opciones son muy ricas y lo bueno es que no lleva grandes cantidades de ninguna de las dos, así que podés darte el gusto sin culpa 😉.

Te recomiendo que el glaseado lo hagas cuando saques el budín del horno porque se endurece rápido, PERO.... Si lo hiciste anticipadamente porque no aguantás la ansiedad de querer comerte este budín y se endureció el glaseado, podés calentarlo levemente unos segundos en el microondas y recuperará su fluidez.