Coloca la leche evaporada en una olla y lleva a fuego medio junto con el azúcar, el extracto de vainilla y el té verde en polvo. Remueve muy bien con una cuchara y no te preocupes por los grumos, ya que estos lograrán disolverse.

Coloca las yemas de huevo en un recipiente y echa el preparado anterior del té verde aún caliente (pero no demasiado) mientras bates con unas varillas de mano.

Continúa batiendo enérgicamente hasta que se torne una mezcla esponjosa y vuelca nuevamente en la olla.

Lleva a fuego medio y bate constantemente hasta que la preparación del helado de té verde empiece a burbujear, aparta del fuego y deja enfriar.

Después ponlo en un bol de cristal y en la nevera para que se enfríe más rápido.

Ya fría la mezcla del té verde, retírala y mezcla con la nata montada con movimientos envolventes para que no perder el aire del batido. Como veréis no queda de color verde, yo no le puse nada de colorante, pero si os gusta más verde, ponerle un poco de colorante verde.

Una vez fría, batiremos la nata para montar hasta que te este firme, recuerda que la nata, para que te salga bien, tiene que haber estado en la nevera al menos 12 horas y te saldrá perfecta.

Llevarlo al congelador al menos 4 horas. En una sartén pondremos aceite para freír los plátanos.

Cortaremos los plátanos en rodajas, obviando las puntas, sazonaremos con un poco de azúcar y canela, pasaremos por un poco de harina y huevo e iremos friendo hasta que estén ligeramente doraditos.

En un plato de presentación, pondremos dos o tres rodajas de plátano rebozado, una bola del helado del té y unos frutos rojos (opcional) con la mermelada de frambuesa y a disfrutar es una delicia para los sentidos. BUENISSSSSIMO 😜