Los ponemos en un recipiente cubiertos de agua. Tres días. Cambiando el agua dos veces al día. Las semillas las pondremos en una gasa en una taza con agua en la nevera. La pectina que suelten nos espesará luego la mermelada.

A los tres días estarán algo más blanditos y nos será muy fácil separar la pulpa.

Pesamos la pulpa y la misma cantidad de azúcar. Yo pongo un poco menos pues la prefiero menos dulce. Mis limones han pesado 650 gr. y he puesto 450 de azúcar. También tomamos la piel de otro limón, bien limpia y sin nada de la parte blanca, y la cortamos en tiritas.

Mezclamos en una cazuela la pulpa, el azúcar y las pieles y llevamos a ebullición. A fuego medio. También las semillas dentro de su gasa y el agua en la que las teníamos reservadas.

Van a soltar mucho líquido. Nos llevará más o menos hora y media ir reduciendo la mezcla, removiendo a menudo y procurando mantener las semillas a la vista pues las retiraremos al final.

Mientras tanto vamos esterilizando los botes donde vamos a guardar nuestra mermelada. Ponemos un trapo en una olla y los botes destapados, también las tapas. Cubrimos con agua y hervimos durante unos 20 minutos. Es conveniente también sumergir en la olla la cuchara con la que manipularemos después la mermelada.

Después los sacamos con cuidado de no quemarnos y los dejamos secar.

Cuando la mermelada alcance una textura de miel ya tendremos la mermelada lista. Retiramos las semillas. Esperamos a que pierda un poco de calor y vamos rellenando los botes con cuidado. Lo más llenos posible, y una vez tapados, los dejamos boca abajo hasta que estén totalmente fríos.