Derretir la mantequilla durante unos segundos en el microondas o en la hornilla. Una vez derretida, dejar que se enfríe.

Seguidamente, separar las yemas de las claras. Aquí es conveniente que los huevos estén a temperatura ambiente.

Montar las claras a punto de nieve, con una pizca de sal montarán más rápido.

A continuación, agregar la mantequilla que derretimos al comienzo de la receta (y que ahora ya estará fría) e integrarla en la mezcla de yemas y azúcar.

Seguidamente, añadir la leche (a temperatura ambiente), la harina y la ralladura de limón. Integrar todos los ingredientes hasta obtener una masa homogénea y sin grumos.

Finalmente, integrar las claras a punto de nieve con movimientos suaves y envolventes. Hacer esto en dos o tres tandas. Queda una masa muy líquida.

Verter sobre un molde cuadrado de 20×20 centímetros, previamente forrado con papel de hornear para que el pastel no se pegue al molde y se desmolde mejor. No se recomienda usar un molde muy grande para hacer este pastel ya que quedaría un pastel muy bajo y, por tanto, no se diferenciarán bien las tres capas (o texturas) tan características de esta receta. (Yo no use papel, solo engrasé y enhariné el molde)