Nos ponemos con el puchero, remojamos los garbanzos en agua templada la noche anterior. Colocamos en el fuego una olla grande y echamos todos los ingredientes, todos menos los garbanzos, cubrimos con agua y un poco más. Una vez que el agua esté caliente o casi hirviendo incorporamos los garbanzos, si lo hacemos en olla normal estará cociendo hasta que carne, garbanzos y tocino estén tiernos. Si lo hacemos en olla rápida estará unos 25 minutos.

Sacamos la carne, el tocino y un buen puñado de garbanzos, en total pesará unos 500 gr y lo machacamos todo muy bien, lo machacamos con un tenedor porque todo estará muy tierno. Se reserva.

Picamos las cebollas lo más pequeño que podamos, si son muy gordas con 1 y media tendremos suficiente, ponemos una sartén mediana con aceite y sofreímos la cebolla con un poco de sal, cuando esté dorada incorporamos la pringá que tenemos reservada, mezclamos y echamos la harina, se remueve para que la harina se cocine, para esto es mejor usar una espátula de madera procurando que no se pegue nada en la sartén.

Echamos el caldo, primero unos 200 ml, removemos hasta que se integre y quede una masa con cuerpo, si lo vemos muy seco echamos más caldo, pero con los 200 tendrá bastante. Ponemos la nuez moscada y probamos por si necesita sal. La masa debe despegarse de la sartén. La sacamos y dejamos sobre un plato tapado con papel film. Reposará un mínimo de 2 horas en frío.

Hacemos las porciones, las pasamos por huevo batido y pan rallado -no es necesario pasarlas por harina- después las freímos, mejor si es aceite de oliva porque aguanta mejor el calor y no ponemos muchas a la vez para que no se amontonen ni el aceite se venga abajo.

Pruébalas y verás lo deliciosas que están.