En un bol colocamos la harina junto con el azúcar y mezclamos. Añadimos la manteca fría en cubitos y con la punta de los dedos o un cornet formamos un arenado.

Sumamos el huevo la esencia de vainilla y opcionalmente la ralladura de limón y el coñac.

Integramos con ayuda de una cuchara hasta formar la masa. Terminar de unir a mano, sin amasar. Si quedara muy pegajosa agregar un poquito de harina leudante, lo suficiente para poder estirar con el palo de amasar. Dividimos la masa en tres cuartos para la base y un cuarto para las tiras.

Forramos un molde de 22 cm de diámetro el mantecado y enharinado con papel manteca en la base.
Estiramos la masa base de 4 mm de espesor y fonzamos el molde. El mío era bastante alto por lo que tuve que recortarlo para que tenga la altura adecuada que son unos 3, 4 o 4 cm de alto. Los recortes sobrantes los sumamos al bollito separado para las tiras.
Reservamos

Colocamos el dulce de batata en un bowl y llevamos al microondas por apenas un minuto para que se funda. Retiramos y mezclamos bien hasta obtener una textura homogénea fácil de esparcir.
Volcamos sobre una mitad de la masa emparejando la superficie y el límite con una espátula de silicona.

Repetimos el mismo procedimiento con el dulce de membrillo.

Partiendo desde el centro de la tarta sobre la división de nuestros dos dulces colocamos la primer tira y luego ubicamos dos tiras más a los lados equidistantes entre sí.
Giramos la tarta 45 grados y entrecruzamos la tira central y repetimos con dos tiras hacia los lados repitiendo el dibujo de las tiras de abajo, de manera que quedan formados los rombos.

Una vez fría desmoldamos, íbamos a hacer un almíbar de partes iguales de azúcar y agua. Calentamos unos segundos en el microondas de manera de disolver los cristales y pincelamos toda la superficie de la tarta con abundante almíbar. Inmediatamente decoramos el borde con coco rallado a gusto.

Un clásico que nunca falla!