En una sartén freímos con un pelín de aceite las salchichas hasta que estén doraditas. Antes que se acaben de hacer bajamos el fuego a la mitad y añadimos el vaso de vino blanco (un vino que sea buenecito que solo lleva eso ;) Vamos dándoles la vuelta de vez en cuando. Dejamos que reduzca el vino tranquilamente y listo.

Son ideales para meterlas en un táper y llevarlas al trabajo un día que no te apetece mucho cocinar. Compras un buen pan y te haces un bocata alucinante... y si te llevas unas lonchas de queso ni te cuento...