Separar las claras de los huevos y pesar la cantidad exacta de 135 gr de clara.

Mezclar y tamizar la harina de almendra junto con el azúcar glass a conciencia. Cuanto más fina sea la mezcla, más lisos quedarán los macarons.
Si no lo haces manualmente, asegúrate de que la mezcla no suba de temperatura, pues la almendra soltará aceite y eso debemos evitarlo.

Cuando las burbujas de la mezcla ya sean imperceptibles y no se vea el fondo del bol, comenzar a agregar el azúcar blanco a tandas (de 3 a 5 tandas).

Cuando al levantar la batidora rápidamente, se formen unos picos de los que la punta se mantenga firme sin caerse, es el momento para añadir la vainilla.

Añadir la mezcla de harina y azúcar en 3 tandas, para no sobresaturar la masa.

Incorporamos la mezcla con una espátula y movimientos envolventes hasta que la textura sea como de arena mojada.
Cuando consigamos dibujar un 8 con la masa que caiga de la espátula al levantarla, será el momento de dejar de mezclar.

Añadir el colorante alumenticio (si se desea más de un color, separar la mezcla en varios boles antes).
Si el colorante usado es en gel, podrás echar mucha menos cantidad.
Si el colorante usado es líquido el color se apagará bastante al hornear, puesto que para mantenerlo deberás echar más cantidad.

Meter la masa en una manga pastelera (o en una bolsa con una esquina cortada).

Puedes echar la mezcla a ojo o hacerte una plantilla de círculos de aproximadamente 4 cm de diámetro.

Mezclar en un bol la mantequilla con el azúcar glass para hacer el relleno. Y si se quiere, añadir mermelada para darle un sabor afrutado.

Prepararlos con tanto relleno como se quiera y dejar reposar varias horas en la nevera antes de comer para disfrutarlos más.