Lavamos las mandarinas las cortamos en cuatro, les dejamos las cáscaras pero les quitamos las semillas y las ponemos en la licuadora o mixer. Para hacerlo en la licuadora, con exprimirlas un poco con la mano para que salga algo de jugo no va a ser necesario añadir líquido. Licuamos y reservamos.

Vamos a batir el azúcar con la manteca pomada hasta unir bien. Se puede hacer con batidora. Yo lo hice a mano.

Añadimos los huevos de a uno y mezclamos antes de poner el siguiente.

Añadimos la vainilla y las mandarinas licuadas. Integramos bien. Van a notar que la mezcla se queda como arenosa pero es por la mandarina.

Añadimos de una sola vez las harinas y el polvo de hornear todo tamizado y mezclamos bien.

Pasamos la mezcla a un molde enmantecado y enharinado. Llevamos a horno precalentado y cocinamos a 180 grados hasta que pinchando con palito de madera salga seco. Me llevó unos 40 minutos más o menos. Dejamos enfriar media hora en el molde y pasamos a una rejilla para terminar de enfriar. Con cuidado porque queda muy tierno.

Para hacer el glaseado mezclamos el azúcar impalpable con el jugo de mandarina y mezclamos hasta que no queden grumitos. Queda una consistencia entre líquida y espesa. Y cuando el budín está bien frío lo vamos bañando. Nos ayudamos con una espatulita y vamos poniéndole de a poco.

Dejamos un rato para que solidifique bien. No va a quedar bien blanco como el que se hace con limón pero se siente el sabor de la mandarina. Y el budín queda con un bello color y con un aroma delicioso. Y de sabor ni les cuento! A probar!