Tortilla de patata, morcilla y pimiento

Pelamos y picamos las patatas a nuestro gusto, siempre procurando que todos los trozos sean del mismo tamaño. En un cazo o sartén honda echamos abundante aceite y, cuando esté bien caliente, añadimos las patatas para que se frían. Yo las dejo aproximadamente 10 minutos pero, como los tiempos en cocina son muy relativos, id pinchándolas con un tenedor hasta que estén bastante blanditas.

Mientras las patatas se hacen, le quitamos a la morcilla su piel y la cortamos en taquitos pequeños. Hacemos lo mismo con el pimiento, en mi caso rojo, procurando que las tiras no queden demasiado largas. Yo he utilizado la mitad de cada producto, pero todo depende del gusto personal de cada uno. Echamos el pimiento y la morcilla en una sartén con aceite y los cocinamos hasta que el pimiento esté relativamente blando.

A nuestro sofrito también podemos añadirle cebolla picadita, entrando en el debate de tortilla con cebolla o sin ella. A mí personalmente me encanta añadírsela pero, es un paso totalmente opcional.

Una vez hechos las patatas, la morcilla y el pimiento, batimos los cuatro huevos en un bol y lo mezclamos todo en el mismo. El aceite que hemos utilizado para freír las patatas lo guardamos para hacer la tortilla, ¡es muy importante reutilizar! Sazonamos al gusto y preparamos todo para el paso final y, en mi opinión, más importante.

Mis trucos para que la tortilla de patata quede perfecta son dos. El primero es echar algo de sal en la sartén que vamos a utilizar y dejar que se dore, retirándola cuando esto ocurra. Es un truco muy antiguo que evita que la tortilla se pegue. Una vez retirada la sal, un paso obviamente voluntario, echamos la mezcla a la sartén y, a fuego medio, dejamos que se cocine por unos minutos.

Mi segundo truco es mojar ligeramente el plato con el que vamos a dar la vuelta a la tortilla para que esta se deslice mejor. Agarramos la sartén firmemente por el mango, colocamos el plato encima de ella y, ayudándonos de un plato para que no se resbale, la giramos decididamente. Ahora, con ayuda de una espátula, la volvemos a echar de nuevo en la sartén y dejamos que se cocine por el nuevo lado durante unos minutos.

La servimos y... ¡Voilà! Increíble en aspecto y sabor.