En primer lugar preparamos la nata con las varillas (yo le he puesto 3 cucharadas soperas de azúcar por que mi marido es un goloso... jejeje) y preparamos las hojas de gelatina con un poquito de agua en el micro y reservamos.

Cuando tengamos la nata medio montada y le pongamos el azúcar le añadimos el agua con la gelatina y seguimos montando hasta que este dura, la gelatina ayudara a que aguante con mas consistencia. Reservar en la nevera.

Precalentamos el horno a máxima potencia, arriba y abajo mientras preparamos la leche y el bizcocho. La leche es para emborrachar el bizcocho, así que la dejaremos hervir con el coñac (u otro licor de vuestro gusto), la cascara de limón y la canela en rama.

Cuando hierva y suba la leche, apagamos y tapamos el cazo, para que se infusiones bien y se aromatice. Reservamos.

El bizcocho ponemos en un molde desmontable un papel parafinado y lo cogemos con el aro así no se nos pegara y será mas fácil desmoldarlo.

Batimos las yemas (4) con 2 medidas de azúcar y cuando blanqueen y doblen el volumen les añadimos una medida de aceite y volvemos a mezclar muy bien, continuamos con el yogur griego de fresa y mezclamos, añadimos 1 medida de harina y mezclamos, ponemos la levadura y las otras dos medidas de harina y reservamos.

En otro bol montamos las claras a punto de nieve fuerte y con una espátula mezclamos con la mezcla anterior con movimientos muy suaves para que no se bajen las claras.

Ahora lo ponemos en el molde que habremos puesto aceite por todo para que no se pegue y al horno 40 o 45 min, solo con el calor abajo a 170º y no abrimos el horno bajo ningún concepto solo si pasada media hora observamos que el bizcocho ya esta y lo pinchamos, si sale limpio ya está. Recordad que cada horno es un mundo!