Empezamos pelando y cortando en láminas como veis en las fotos los calabacines. Los colocamos en bandejas de horno, los pintamos con un poco de aceite, ponemos sobre ellos un poco de sal y los introducimos en el horno a 180°C, unos 20-30 minutos.

Mientras los calabacines se cocinan elaboramos el relleno. En una sartén añadimos un poco de aceite y la carne picada. Mientras se cocina la vamos partiendo con la cuchara de madera, hasta que esté en pequeños trozos. Añadimos sal y yo he puesto un poco de perejil y ajo granulado. Cuando esté hecha la reservamos.

En la misma sartén, a fuego medio, añadimos la berenjena cortada a cubos, con un chorrito de aceite y sal.

Cuando la berenjena esté blandita añadimos las espinacas congeladas, algo de sal, y seguimos cocinando unos 6-7 minutos.

Añadimos la carne que habíamos reservados y el tomate triturado, y removemos para integrarlo todo. Cocinamos 4-5 minutos más a fuego lento, corregimos de sal y reservamos.

A continuación preparamos la bechamel: derretimos la mantequilla en un cazo a fuego medio-bajo, añadimos la harina y removemos sin parar 60 segundos y finalmente añadimos la leche caliente, lentamente y sin parar de remover. Removemos hasta que la bechamel espese. A continuación la añadimos al relleno (reservando un par de cucharadas), que quedará súper jugoso, y ya lo tenemos listo!

Y ahora sí, empezamos a montar! Pintamos con las cucharadas de bechamel que habíamos reservado la base de un recipiente apto para horno. Sobre ella ponemos una capa de calabacín, y encima 1/3 del relleno. Lo repartimos y seguimos con estos pasos 2 veces más: calabacín, relleno, calabacín, relleno,...

... y calabacín, última capa! Sobre ella colocamos el queso rallado repartido por toda la superficie. Introducimos en el horno, precalentado a 200°C durante 30 minutitos.

Y listo!😁 Los últimos 5 minutos encendemos el gratinador, y si se quema muy rápido podéis cubrirla con papel de aluminio. Espero que os guste!!