Poner la leche en un cazo con medio palo de canela, un trozo de piel de naranja y otro de limón sin la parte blanca, hervir durante dos minutos, reservar hasta que se temple.

Colar la leche aún templada y echar en un recipiente grande. Añadir la pizca de sal y la mezcla de azúcares con ralladuras, mezclar hasta disolver los azúcares.

Pasar un papel con aceite por el interior de un recipiente de cerámica y depositar la masa untada también con aceite. Cubrir con film de plástico y un trapo de cocina y esperar 2 horas, o hasta que doble el volumen. Si el ambiente es muy frío en la cocina, precalentar el horno sin ventilador 20 minutos a 40 ó 45 grados, apagarlo y meter el bol de cerámica tapado con el trapo.

Después del primer levado, sacar la masa, desgasificarla amasando de nuevo un par de minutos, hacer un pequeño agujero en el centro, e ir agrandándolo hasta unos 15 centímetros de diámetro.

Poner el roscón en la bandeja del horno sobre papel de hornear, meter las sorpresas envueltas en papel de aluminio y cerrar los huecos.

Para que el agujero no se cierre, untar de aceite un molde circular o un bol redondo y colocar en el centro del roscón. Cubrir de nuevo con film transparente y un trapo y levar por segunda vez otras 2 horas, hasta que vuelva a doblar el volumen.

Mezclar en un cuenco el azúcar de la cobertura con el agua de rosas para humedecerlo.

Quitar el molde del centro del roscón y pincelar la masa con huevo batido. Echar por encima el azúcar aromatizado con agua de rosas de forma que divida el roscón en 8 partes, hacer lo mismo con la almendra crocante y la fruta escarchada.

Precalentar el horno a 180 grados durante diez minutos y después hornear a esa temperatura los 5 primeros minutos. Bajar la temperatura a unos 160 grados y dejar durante 15 o 20 minutos más, hasta que esté dorado. Si se ve que se puede tostar en exceso, tapar con papel de aluminio y terminar de hornear.