Hoy me acaban de regalar mi primer décimo del Gordo de este año, y ya mi cabecita, ha comenzado a soñar: yo, por las calles de Nueva York, cual Sara Jessica Parker, llenita de bolsas, o por Roma, en una moto, con Gregory Peck detrás, o en una tumbona, en Bermudas, tomándome un Dry Martini, con cualquiera de los hermanos menores Hemsworth….
Y seguía yo felizmente enumerando mi wishlist cuando mi amiga la AEAT, se ha colado en mis pensamientos, para recordarme que ella se va a quedar con su pico. Y madre mía, ¡que mala leche me ha entrado!
Pero vamos a ver, si me gasto 20€, ganados con el sudor de mi frente con mi esfuerzo incansable, por los que ya he tributado —me refiero a 20 € netos de mi sueldo ya tributado y declarado a Hacienda—. ¿Por qué el resultado positivo de mi inversión tributa y el negativo no? ¿No debería el Estado devolverme el importe proporcional de mi mala inversión si no me toca? Si el Estado se queda con el 20% del premio, pues que me devuelvan el 20% de la defenestración de mi suerte, ¿no? Que me den los 4€ por mi mala inversión. Creo que lo justo sería que ya que tributo por mi buena estrella, me devuelvan y resarzan en lo proporcional a mi mala racha loterística.
Es que no voy a poder hacer todo lo que quiero por culpa de esa amiga de todos, llamada AEAT… Pero bueno, si dejo de escribir recetas, ya sabéis, estaré en Bermudas, con Chris o Liam.

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