Comenzaremos salpimentando los muslos de pollo muy bien y al gusto y paralelamente, en una olla pondremos a derretir un trozo de mantequilla en la que doraremos la carne.

Una vez tengamos los muslos de pollo doraditos por todos lados los retiraremos y, en el mismo jugo donde los hemos estado marcando, incorporaremos a fuego medio la cebolla, el puerro, el pimiento, la zanahoria y el ajo y que iremos pochando.

Cuando la cebolla empiece a tomar un tono transparente pondremos un poco de tomate concentrado que mezclaremos uniformemente.

Introducimos los muslos de pollo reservados aprovechando el jugo que ha ido soltando durante la espera.

Tapamos la olla y dejamos cocinar a fuego medio-bajo (a mí me gusta guisar a fuego lento) durante al menos 1h.

De vez en cuando vamos controlando el nivel de agua que, si es necesario, habrá que ir añadiendo para que el guiso no se nos pegue.

Cuando todo esté guisado, con mucho cuidado, sacamos los muslos de pollo para incluir la crema agria, la nata o el yogur.
Habrá que controlar un poco la temperatura si usamos crema agria ya que, de ser demasiado alta, corremos el riesgo de que se nos formen grumos y no se mezcle bien.

Al integrarlo, introducimos la carne de nuevo en el caldo y dejamos cocinar, esta vez destapado, un poco más para que la salsa reduzca al gusto.

“Ein Prosit der Gemütlichkeit” (un brindis por la comodidad) y a disfrutar! 🍺