Calentamos un poco el agua para que esté tibia y diluimos la levadura en ella.

En un bol ponemos la harina y la sal en un lado.

Hacemos un volcán y añadimos el agua con la levadura diluida.

Ponemos en la amasadora con el gancho y amasamos 10 minutos. Saldrá una masa pegajosa.

Dejamos reposar unas 2 o 3 horas. Cada 30 minutos, con las manos mojadas en agua, desgasificamos la masa. Yo lo hago metiendo la mano por un lado del bol y hasta el fondo y "trayendo" la masa de abajo hasta el centro del bol y así por todo el borde hasta que doy toda la vuelta a la circunferencia del bol.

Cuando ya hemos hecho esto 4 o 5 veces filmamos el bol y lo metemos en la nevera toda la noche.

Para hacer la cebolla caramelizada utilizamos esas horas de los pliegues de la masa y así aprovechamos el tiempo. Picamos la cebolla bien fina y la ponemos en una olla con aceite a fuego suave tapada. Vamos removiendo cada cierto tiempo hasta que se caramelice. Ya sabeis, 2 o 3 horas🤪. Reservamos.

Al día siguiente, sacamos la masa de la nevera y dejamos atemperar una hora.

Ponemos escamas de sal gruesa y horneamos en el horno precalentado a 190-200° hasta que esté doradita. Sacamos del horno y untamos con más aceite.