En primer lugar, ponemos los trozos de pollo en un colador grande. los enjuagamos bien bajo el grifo y dejamos escurrir bien todo el agua. Una vez escurridos, le añadimos un poco de sal por ambos lados y dejamos en el frigorífico durante quince minutos.

A continuación, cogemos un bol grande, añadimos el vaso y medio de harina.

Seguidamente, le añadimos la media pastilla de caldo desmenuzada, sal fina Marina al gusto, las hierbas provenzales, el perejil deshidratado y todas las especias.

A continuación, le añadimos el diente de ajo picado muy fino.

Seguidamente, le añadimos los dos vasos de leche muy fría del frigorífico.

A continuación, cogemos una varilla manual y mezclamos bien con movimientos envolventes hasta que se mezclen todos los ingredientes y reservamos en el frigorífico.

Pasados los quince minutos, ponemos la mitad de los trozos de pollo en un bol limpio y seco.

A continuación, le añadimos la mitad del preparado que acabamos de hacer.

Seguidamente, colocamos el resto de trozos de pollo encima de los otros y de esta forma haremos un macerado perfecto.

A continuación, los cubrimos con el resto del preparado hasta cubrir por completo los trozos de pollo y dejamos macerar durante tres horas como mínimo antes de freír.

Cuando haya pasado una una hora, sacamos el bol y con un tenedor, mezclamos los trozos de pollo con el preparado y volvemos a guardar en el frigorífico. Esto lo haremos tres veces durante las tres horas de maceración.

Pasadas las tres horas, ponemos una olla mediana en el fuego, le añadimos las tres cucharadas soperas de aceite de oliva.

A continuación, le añadimos el vaso y medio de aceite de girasol y dejamos que alcance una temperatura máxima sin que llegue echar humo el aceite.