El chorizo dulce o picante debe cortarse primero en trozos pequeños, según se prefiera. Se pica en trituradora hasta que quede bien pequeño.

El queso también se parte en cubos. Se puede elegir el tipo de queso. Como no me gustan los quesos especialmente fuertes, elegí queso semicurado. Lo procesamos en la picadora y luego lo reservamos con el chorizo.

En el bol de la panificadora ponemos 700 ml de leche entera, añadimos el chorizo, el queso y la harina y podemos meter el bol en la panificadora. Tapamos e iniciamos el programa de mermelada, que normalmente dura 1 hora y 20 minutos.

Para evitar que la masa de las croquetas forme una costra, pásala a un bol y cúbrela con film transparente mientras se enfría. Métela en el frigorífico durante unas 6 horas, o hasta el día siguiente, una vez que haya alcanzado la temperatura ambiente.

Ahora hay que hacer las croquetas. Con las manos bien lavadas, cogemos un trozo de masa y lo amasamos suavemente para darle la forma más atractiva que podamos. Cuando todas las croquetas estén listas, las pasamos primero por una harina sin gluten que puede ser una mezcla comprada en la tienda o ingredientes normales para rebozar como maicena, harina de arroz, etc.

Por último, pasa el pan rallado sin gluten -en esta ocasión estoy utilizando un preparado crujiente para que quede más crujiente, pero puedes utilizar pan rallado normal sin gluten- por el huevo batido. Para asegurarme de que las croquetas quedan bien cubiertas, las paso dos veces por el pan rallado. Con estos ingredientes salieron 37 croquetas de un tamaño decente. Si no se van a utilizar todas, se pueden congelar.

Sólo queda freírlos, bien en la freidora de aire o en una sartén con abundante aceite caliente. Si te decides por esta última opción, pon la freidora de aire a 200 grados durante tres minutos. Las croquetas deben rociarse con aceite por ambos lados antes de meterlas en la freidora de aire a 200 grados durante 4 minutos. Después de 4 minutos, dales la vuelta y continúa la cocción por el mismo tiempo.