Lubina en 15 minutos

Arianne
Arianne @Arianne
Esquinita verde de la Península Ibérica, llamada A Coruña

Hace menos de dos semanas, muchos, en latitudes insospechadas, fueron espectadores de auroras boreales (bueno, en realidad no tan boreales) —lamento decir que yo no fui de esos afortunados, a causa de la capa quasiperpetua de nubes que cubre el cielo de esta esquinita peninsular—.
El caso es que nuestra estrella tiene ciclos de actividad de unos 11 años y en estos momentos se acerca a su máximo, y aunque el espectáculo, de mediados de mes, ha sido realmente excepcional, todos dicen que debemos estar preparados (para lo bonito y, quizás, lo no tan bonito). El hecho es que el Sol presenta una serie de manchas tan grandes como 16 veces nuestro planeta, visibles —incluso— a simple vista (con la protección adecuada) y, el conjunto irradia grandes cantidades de material solar de muy alta energía y, claro, tuvo que suceder. Todas esas partículas energéticas viajaron y golpearon a la Tierra de lleno. Normalmente el campo magnético de nuestro planeta nos protege, desviando esas porciones de materia solar y, dejando pasar solamente algo por los polos magnéticos —formándose las auroras boreales o australes—. Pero no fue así en esta ocasión.
Muchas son las teoría de lo qué pasará hasta que pasemos ese pico de actividad solar cíclica (en un principio, esperado para el año que viene) yo, viendo el panorama actual, me pregunto: ¿no habremos comenzado ya una apocalipsis zombie solar?

Lubina en 15 minutos

Hace menos de dos semanas, muchos, en latitudes insospechadas, fueron espectadores de auroras boreales (bueno, en realidad no tan boreales) —lamento decir que yo no fui de esos afortunados, a causa de la capa quasiperpetua de nubes que cubre el cielo de esta esquinita peninsular—.
El caso es que nuestra estrella tiene ciclos de actividad de unos 11 años y en estos momentos se acerca a su máximo, y aunque el espectáculo, de mediados de mes, ha sido realmente excepcional, todos dicen que debemos estar preparados (para lo bonito y, quizás, lo no tan bonito). El hecho es que el Sol presenta una serie de manchas tan grandes como 16 veces nuestro planeta, visibles —incluso— a simple vista (con la protección adecuada) y, el conjunto irradia grandes cantidades de material solar de muy alta energía y, claro, tuvo que suceder. Todas esas partículas energéticas viajaron y golpearon a la Tierra de lleno. Normalmente el campo magnético de nuestro planeta nos protege, desviando esas porciones de materia solar y, dejando pasar solamente algo por los polos magnéticos —formándose las auroras boreales o australes—. Pero no fue así en esta ocasión.
Muchas son las teoría de lo qué pasará hasta que pasemos ese pico de actividad solar cíclica (en un principio, esperado para el año que viene) yo, viendo el panorama actual, me pregunto: ¿no habremos comenzado ya una apocalipsis zombie solar?

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Ingredientes

20 minutos
4 Comensales
  1. 4Lubinas de ración limpias enteras
  2. 4 DientesAjo grandes (laminados)
  3. 2Cayenas (cortada)
  4. Aceite de oliva virgen extra
  5. Pimienta negra
  6. Sal
  7. Perejil

Paso a paso

20 minutos
  1. 1

    Precalentamos el horno a 200ºC.
    En una sartén, con una base de aceite, doramos la lubina con la piel hacia arriba, unos 3 minutos.
    Colocamos los lomos en una bandeja apta para horno al revés, con la piel hacia abajo. Añadimos un poco de pimienta y sal, y horneamos durante unos 8 minutos.

  2. 2

    Mientras, en ese mismo aceite que aún está caliente, doramos los ajos con la guindilla.
    Sacamos del horno y echamos este aceite aromático sobre la lubina, espolvoreamos perejil. Y servimos aún caliente.

  3. 3

    A disfrutar!

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Cocinar hoy
Arianne
Arianne @Arianne
Esquinita verde de la Península Ibérica, llamada A Coruña
Me encanta recorrer el mundo en cada bocado.Apasionada del mar, de los viajes, de la astronomía y de los libros. Poco golosa pero exigente con la calidad de los productos. ¿El final perfecto de cualquier instante gastronómico? La buena compañía... tanto a la hora de prepararlo en la cocina, como al sentarse en la mesa. Porque disfruto cocinando con y para los míos; me encanta ese desafío de conectar con mis comensales, de compartir y de no sólo hacer disfrutar a las papilas gustativas. De crear, en definitiva, un momento, un recuerdo y un vínculo con los que quiero.
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