Cogemos la calzada entera y la partimos en rodajas o en mitades (si es una calada redonda) o cuartos, depende del tamaño. Todos los trozos deben ser parecidos para que se asen de igual forma. Limpiamos de hilitos y pipas (las pipas las puedes reservar, les pones especias al gusto y las asas cinco minutos en el horno y tienes un snack perfecto)

Con el horno precalentado a 200 grados Celsius, metes la bandeja y tendrás que dejar hacerse la calabaza entre 40-50 minutos, dependiendo del horno. A partir de los 30 minutos hay que ir echándole un vistazo y pinchando hasta que esté muy blanda (en mi caso fueron 50 minutos)

Dejamos enfriar. Y quitamos la piel (puedes pelarla de antemano y te saltas luego este paso). Vamos colocando la calabaza en un bol y aplastamos para que vaya saliendo el agua. Cuanto más seca, mejor.

Vas escurriendo y pasando la pulpa al vaso de la batidora. El agua sobrante lo puedes reservar para añadir a los guisos que vayas a hacer después (por ejemplo, una crema de calabaza)

Batimos bien. Con paciencia. Al estar seco costará un poco más, hay que ir parando y removiendo para que no se nos queme la batidora y que se haga bien el puré. Debe quedar una pasta suave, casi como una crema pero más gorda. Lo pasamos a un recipiente para guardar en la nevera y vamos usando según necesitemos. Se podrá usar en cremas, croquetas, pasteles (no hemos puesto sal ni ninguna especia), y hasta en bebidas.