Comenzaremos poniendo en la cubeta el agua, la leche, el sobre de levadura de pan, la cucharada de vinagre y el aceite de oliva.

Seguiremos incorporando los 600 gr. de harina de trigo y los 100 de harina de garbanzo.

Pondremos una cucharada de miel, otra de azúcar y una cucharadita y media de sal.

Por último echaremos unas semillas de lino.

Metemos la cubeta en su máquina y la activamos con el programa de Pan Rápido, que nos mostrará que tiene una duración de una hora y 20 minutos. Normalmente este programa no nos deja elegir ni el peso del pan y el nivel de tostado, se pone todo en automático.

Hay que estar atentos a los primeros minutos de amasado, por lo que puedes dejar la puerta de la panificadora abierta e ir mirando ya que si vemos que la masa se ha quedado muy líquida hay que incorporarle alguna cucharada más de harina de trigo, hasta que se nos forme una bola más o menos compacta y que si la tocamos con un dedo no esté pegajosa.

Este programa rápido sólo amasa una vez al principio y tarda en hacerlo unos 12 o 15 minutos. Te aconsejo que estés atento a cuando acabe el programa para que le quites las palas antes de que empiece a cocer el pan. De esta forma te evitas tener que quitarlas cuando el pan esté hecho y que se desmigue al hacerlo.

Una vez pasada la hora y 20 minutos ya tenemos nuestro pan terminado y listo para desmoldarlo.

Lo sacaremos de la cubeta pero para que se enfríe bien y no se quede húmedo con el calor y el vapor que suelta, lo dejaremos sobre una rejilla de forma que respire.

Cuando veamos que se haya enfriado del todo, os aconsejo cortarlo en rebanadas listo para su consumo. Para que se conserve bien, guárdalas en una bolsa de plástico que luego puedas cerrar bien. Si quieres también lo puedes congelar ya cortado y cada vez que quieras algo de pan tan sólo es descongelarlo en el tostador para que esté como el primer día.