Empieza por echarle un poquito de sal a cada lado a los trocitos de conejo. Pide que te corten el conejo a trocitos chiquititos porque para hacer el arroz es mucho más cómodo.

En una cazuela con un poco de aceite caliente marca el conejo. No lo dejes que se dore mucho porque te podría quedar seco. Luego, con el arroz, ya se acabará de cocer. Una vez lo tengas todo en la cazuela te aconsejo que lo tapes porque salpica un poco y así evitas quemaduras

Dale la vuelta y un minutito más. Cuando ya lo tienes marcado resérvarlo en un plato. En este mismo aceite sofríe una cebolla rallada y cuando ya la tengas doradita añade el ajo rallado y el perejil picado, bien chiquitito.

Remueve y enseguida echa el tomate triturado para que no se te queme el ajo y el perejil. Añade un poquito de sal, mezcla bien y deja que se cocine el tomate por un par de minutitos. ¡Bueno! El sofrito ya lo tienes listo. Ha quedado espesito y riquísimo.

Echa el arroz, mézclalo muy bien para que se empape bien del sofrito, de todo su sabor y añade también el conejo.

Mezcla de nuevo y añade agua hirviendo hasta que prácticamente lo cubra. Remueve la cazuela para que se mezcle todo bien, desmenuza la media pastilla de caldo de pollo que puede ser también de caldo de verduras, sacude otro poquito la cazuela y ya lo puedes tapar y dejar que cueza 18 o 20 minutos, según el punto de cocción que te guste.

Durante la cocción del arroz no te olvides de ir removiendo la cazuela para que no se te pegue. Y si ves que se queda seco échale un poquito más de agua.

¡Madre mía! Han pasado los 20 minutos y ya lo tienes listo. Tápalo y déjalo reposar un cuarto de hora más.
Y ahora no queda más que disfrutarlo, ¡buen provecho!