Empieza por picar la cebolla y el jamón muy pequeño, pero MUY PICADO. Casi que tenga textura de arena.
Una vez picado, pones en una sartén la media nuez de mantequilla y pochas la cebolla.
Con la cebolla pochada, apagas el fuego y añades el jamón. Con el calor residual de la cebolla se hace lo suficiente, no queremos que se queme.
Retíralo y déjalo aparte para que se enfríe (MUY IMPORTANTE DEJAR QUE SE ENFRÍE)
No usaremos sal en la receta, será suficiente con la que aporte el jamón

Necesitamos un recipiente pequeño, tipo chupito. Coges un trozo de plástico alimentario y lo colocas dentro, haciendo una "funda".
Dentro echas una pizca de la fritura anterior. Sólo un poco, es un aperitivo!!
(por este paso es importante que esté frío, por el plástico)

Sobre ese relleno, echas un huevo de codorniz. Los huevos de codorniz son incómodos y delicados (por su pequeño tamaño) para romperlos como los grandes, lo mejor es ayudarse haciéndoles un corte con un cuchillo, como ves en la imagen.
Una vez echado el huevo, cierras con cuidado el "saquito" de plástico y lo aprietas haciendo la forma más redonda posible.

Lo exquisito de este bocado es dejar que la yema estalle en la boca al morderlo, la textura del huevo poco cocido junto a la cebolla y el jamón ligados es de escándalo!
Sírvelos como más te gusten. En nuestro caso nos hemos decidido por una fina tosta de pan con un crujiente de bacon, sobre el que hemos puesto el huevo.