Precalentar el horno a 200ºC y preparar una bandeja o fuente. Pincelar el pan con aceite de oliva y dorar en el horno unos 3-4 minutos, dejando que se tueste solo un poco. Escurrir bien la piña en conserva.

Colocar dos lonchas de jamón sobre cada rebanada de pan, o una si son muy gruesas. Disponer encima una rodaja de piña y cubrir con el queso. Dar un golpe de pimienta negra y aderezar con un poco de pimentón. No demasiado, porque se puede quemar en el horno.

Hornear hasta que el queso se haya derretido al gusto y servir con más pimentón, esta vez al gusto del comensal. Se podría combinar el dulce con el picante, o añadir un pequeño toque de cayena. Es típico también coronar cada tostada con una guinda, pero mi padre jamás las comió así de niño, así que en mi casa nunca las usamos.

En mi casa solíamos compartir las tostadas Hawái en la cena, a veces con una crema de verduras o una ensalada. No es precisamente una receta lujosa ni especialmente saludable, pero con ingredientes de buena calidad al final sorprende la combinación de sabores. Eso si, si la pizza con piña os parece una aberración, probablemente no os convenza mucho esta curiosa receta típica germano-suiza.