Natillas de la abuela

Mi abuela era siempre capaz de adivinar como me sentía, borraba tropiezos y lágrimas en un momento. Tenía la gracia y frescura necesarias para que descubrir el mundo a su lado fuese algo sencillo, yo iba de aquí para allá y ella caminaba conmigo.
Poseía un talento especial, un toque único, que a mis ojos la hacían diferente, era capaz de expresar ideas profundas con un lenguaje cotidiano, su compañía me daba seguridad. Me atrapaba con sus historias y siempre me sorprendía.
Era una mujer tierna, aunque nunca expresaba su ternura con palabras, porque había sufrido. Pertenecía a una generación devastada por la guerra, te mostraba sus sentimientos a través de pequeños detalles. Los que la conocían dicen de ella que era generosa por naturaleza.
Su recuerdo reafirma mi admiración. Me dejó así, con ese deseo de seguir envuelta en su cariño como cuando era pequeña.
De ella herede está receta que fue el primer postre que preparé, espero os resulte tan dulce como a mí
Paso a paso
- 1
Separamos la mitad de la leche y la ponemos en un cazo, con el azúcar, la canela y el limón, a fuego medio hasta que empiece a hervir, en ese momento bajamos el fuego al mínimo y mantenemos cinco minutos, de está forma la leche coge el sabor de la canela y el limón. Dejamos que se enfríe. En el vaso de la batidora, ponemos el resto de leche, la maicena, el pellizco de sal (para que tengan un sabor dulce más suave), los huevos, y batimos (mi abuela lo hacía a mano).
- 2
Colamos la leche infusionada con el limón y el palo de canela y la incorporamos al vaso de la batidora, volvemos a mezclar.
- 3
Ponemos la mezcla en un cazo a fuego bajo, hay que tener cuidado de que no hierva y remover porque la leche se pega con mucha facilidad. No tarda mucho en ir espesando. Cuando ya han adquirido la consistencia que nos gusta apagamos el fuego. Hay que tener en cuenta las natillas al enfriarse espesan y que tienen que ser parecidas a un yogur batido.
- 4
Añadimos el chorrito de licor (si no nos gusta podemos prescindir de este paso) y movemos con una cuchara de madera aprovechando el calor residual durante medio minuto.
- 5
Ahora pasamos las natillas al recipiente en el que vamos a servirlo y esperamos a que se enfríe, es el momento de espolvorear la canela y adornar con la galleta. Lo pasamos al frigorífico hasta la hora de sacarlo a la mesa. Si queremos guardar las natillas más de un día, las tapamos con papel film y las metemos también en el frigorífico. Colaboración de mi hijo: Las reparte en los vasos, con una exactitud casi milimétrica, para que no haya broncas en la mesa con su hermano, y las adorna.
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